Escribe: † Carlos Duarte Costa, Obispo
de Rio de Janeiro
Carlos Duarte
Costa, Obispo de Rio de Janeiro
Delante del Santísimo Sacramento expuesto a la adoración de los
fieles, conmemoré, el día 11 de Julio, el tercer aniversario de mi “EXCOMUNIÓN”
y la consecuente fundación de la Iglesia Brasilera, el 6 de Julio de 1945, con un “TE DEUM” en acción de gracias, por
los beneficios que trajo a mí, a Brasil y a la humanidad, esa BENDITA
“EXCOMUNIÓN”.
Y es que entre mi conciencia de Obispo Católico y
los dictámenes del papado se había cavado un abismo insuperable; y la verdad
del cristianismo no podía estar de los dos lados, pues estos se volvieron opuestos:
o el papado está con la verdad evangélica y yo con el error; o entonces yo
estoy con los Evangelios, y el papado se apartó de ellos; y lo hizo, desde el
momento en que formó la conspiración internacional anarquista llamada la “Internacional
Negra”, que embriagó a la Iglesia Romana con la ambición de ejecutar de plano el
dominio universal en la economía y en la política, rotulándolas de moral y
piedad.
Sé que el hábito no hace al monje, y que esta
sotana que aún conservo, en beneficio del movimiento religioso que inició con
mi “EXCOMUNIÓN”, representa la túnica de Cristo, que si estuviese hoy, entre
los mortales, no la vestiría más, porque ella fue tergiversada con una mística,
que sirve para engañar y explotar a los pueblos, al mismo tiempo que esconde
mucho vicio y mucha podredumbre.
Sé que la sotana es en algunos casos un signo
generador de irreligiosidad y de disidencia cristiana, de esa Iglesia Romana
que persigue y no perdona a pesar de ser la más culpable de la evasión de la
creencia y de la excomunión cristiana, porque ella, enriqueciéndose, empobrece
los pueblos; y con su pompa espanta a los pobres.
Las supersticiones que ella inocula en los
ignorantes para realizar sus aspiraciones, están siendo felizmente combatidas
por la ciencia que, cada vez más se congracia con la fe.
La historia de las naciones es la prueba de lo
que afirmo.
Progresan, intelectual y económicamente, los
países cuyos pueblos se alejan del papado, evitando así, la intromisión de sus
agentes en la vida política; y los que con ellos continúan comulgando, están
ahí para atestiguar lo que digo.
Los que progresan, continuarán con Cristo y sin
el “papa" y de los que, continúan con el “papa”: pues… por mí, hablan las
cosas que suceden en las naciones cuyos gobiernos por falta de patriotismo
saludable comulgan o fingen comulgar con los dogmas, que autentican su
ignorancia medieval.
Aquél que dio a Pedro la fuerza de hacerse
apóstol entre los judíos, y a Pablo de
hacerse apóstol entre los gentiles, me dio a mí, también, fuerza para
convocar a todos los hombres que aman a Brasil, sin preocuparme de la secta a
la que pertenecen, y con ellos organizar la cruzada de retorno a la pureza del
cristianismo. A un cristianismo, que no intervenga en los negocios del estado,
sin la pompa de la Iglesia de Roma; sin la industria del pecado y del miedo;
sin el celibato del clero, sin el odio a los hermanos de otras sectas; sin
hermandades llenas de dinero y vacías de fe en Dios y en la Patria; sin el
peligro inconmensurable del clero extranjero y de los beatos supersticiosos; sin
organizaciones políticas como la LEC (liga electoral católica), disfrazadas en
alianzas, o acción católica, la CUARTA INTERNACIONAL, que, en lugar de ser
perseguida, por anárquica como es, tiene todas las puertas del palacio de
catete, de los ministerios, de las dependencias públicas, de los cuarteles:
abiertas, para traicionar a la patria, Como lo hicieron, el Nuncio Apostólico,
los Cardenales, Obispos, Presbíteros, religiosos y religiosas, en la última
guerra; sin un código de derecho propio, sin tribunales especiales, sin
representaciones diplomáticas, sin clero con prerrogativas especiales; sin
planos de ámbito universal; sin misas de varias categorías, sin tablas de
precios para los actos religiosos; sin tarifas de pecados; sin sermones
desmentidos horas después; en fin, al Cristianismo sin hipocresías; al
Cristianismo que equipara a todos los
hombres a los ojos de Dios.
Soy Brasilero y obispo católico y, por tanto
soldado de Cristo. Por Cristo y por Brasil, dispuesto a hacer todo, a
sacrificar todo, inclusive mi honra y mi vida.
De ahí que mis actitudes siempre van en línea recta, siempre cristianas, claras y patrióticas, tanto, que obligaron al “papa” a excomulgarme, expulsándome de la Iglesia Romana; aguardo, sin embargo, con serenidad el juicio de los hombres dignos de mi patria. Cristianos o no, que me sabrán exculpar por haber guardado silencio durante tanto tiempo frente a los errores de la Iglesia Romana.
De ahí que mis actitudes siempre van en línea recta, siempre cristianas, claras y patrióticas, tanto, que obligaron al “papa” a excomulgarme, expulsándome de la Iglesia Romana; aguardo, sin embargo, con serenidad el juicio de los hombres dignos de mi patria. Cristianos o no, que me sabrán exculpar por haber guardado silencio durante tanto tiempo frente a los errores de la Iglesia Romana.
La experiencia de estos tres años, me lleva a
repetir lo que ya dijera: Deseo no sean recriminados, definitivamente, los que
por el silencio parecen endosar tales errores, porque los monjes son
inoculadores del fanatismo, perturbadores de la moral cristiana; ya que la
historia del derramamiento de un nuevo paganismo, tan lleno de supersticiones e
impiedad, como lo mitológico, de un paganismo nuevo formado a costa de la
tradición evangélica, imprudentemente falsificada por los “romanos”, se debe a
la influencia papal.
Si el Jesuitismo es una conspiración permanente
contra la paz fundada en la libertad y en las instituciones parlamentarias, es
solo porque la iglesia del “papa” infalible, odia las constituciones modernas,
como incompatibles con el dominio temporal del clero, que reina solo en la
ignorancia y en el atraso de las masas; es solo porque la libertad que ella
quiere es la libertad absoluta, esa en la que son eliminados a la fuerza los
cultos disidentes, y reducido el poder secular a subalterno suyo, como lo dice
muy bien Ruy Barbosa y como los brasileros testimonian lo que pasa en nuestra
patria, en la hora presente, en que el Cardenal Arzobispo de Rio de Janeiro
reparte puestos como los fascistas, acoge del extranjero a criminales de
guerra, y hace repatriar a aquellos que ofenden el orgullo de nuestra
nacionalidad. Ofuscando la gloria del precursor
de la LIBERTAD NACIONAL , a nuestro grande TIRADENTES.
Como los demás pueblos envueltos en la última
guerra, el Brasil exige JUSTICIA contra aquellos que traicionaron la patria. Y
esto para que pueda comenzar el trabajo de REFORMA DE LA JUSTICIA SOCIAL.
Si el Cristianismo atraviesa una crisis que
sacude, profundamente sus cimientos, se debe a la hipocresía y a la mentira
papalina.
Ese cristianismo, sin embargo, es un cristianismo
superficial, que no puede existir más. Es un cristianismo que conserva sus
ritos, la majestad de los templos, las obras de arte, la pompa, el dominio
temporal, las representaciones diplomáticas, haciendo revivir los días dorados del
paganismo.
Y el cristianismo de esos convenios sociales, de
esas formas políticas y gubernamentales que ya perdieron todo significado. Y el
Cristianismo adulador de gobiernos, como estamos presenciando dentro de nuestra
patria. Ese cristianismo no es el cristianismo de Cristo, el de Jesús que viene
a salvar al HOMBRE, restituyéndole la LIBERTAD, el cristianismo que confunde el
amor de Dios con el amor del hombre.
El hombre está cansado de ese cristianismo,
conjunto de mentiras, de convenios, de formas exteriores, de símbolos, de
hipocresías, que substituyen las realidades de la vida. Ansía nuevamente poseer
la verdad y la justicia. Quiere saber lo que es útil y esencial en la vida. Que
gran crimen el de cristianismo romano, el tener postergado a Cristo. Bendita EXCOMUNION que permite diga estas cosas a los brasileros y a la humanidad.
Tomado de:
Bendita “EXCOMUNIÓN”
Rio de Janeiro, 11 de Julio de 1948.
Tomado de revista Luta No. 6.
Traducido del Portugués al Español por el Seminarista Mario Salazar.
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